mardi 29 septembre 2020 par Claude Worms
Alcázar de Sevilla / 26 de septiembre de 2020
Joselito Acedo : "Triana D.F. (Distrito Flamenco)"
Composición y guitarra : Joselito Acedo
Cante : Ismael de la Rosa (cante)
Percusión : Paco Vega
Palmas : Juan Diego y Manuel Valencia
Cuarteto de cuerda : Flamenco String Cuarteto
Últimamente, el flamenco tiende a ser iconoclasta, y preferentemente trágico. Por eso resulta tanto más agradable ver a artistas contentos de "estar ahí" y decididos a disfrutar un rato de música entre amigos, público incluido, sin plantearse angustias existenciales ni cuestiones psicoanalíticas. Durante hora y cuarto, los espectadores de "Triana D.F." seguro que estuvieron tan encantados en el Real Alcázar como manifiestamente lo estaban los artistas en el escenario.
En la entrevista que nos concedió en el Festival de Toulouse de 2019, Joselito Acedo nos dijo que "lo más moderno ahora mismo es un buen toque antiguo con una buena guitarra antigua bien tocada, con una maquinaria actual de compresores, microfonía y tal… y hacer como un toque antiguo con tus influencias de ahora. Super moderno". A propósito de las piezas de su último disco, que formaban la parte principal del programa de su recital tras una primera composición por rondeña extraída de su anterior álbum ("Triana", de "Andando" - Nuba Records, 2016), añadió : " Siempre hay influencias antiguas en mi guitarra porque me gusta. Todas las composiciones son mías pero siempre me acuerdo".
No sabríamos describir mejor su música. Tanto la rondeña como la taranta que la sucedió sonaron ya como manifiestos estéticos : una relectura personal de los códigos de los dos palos, subrayada desde su introducción por oscuros paseos disonantes en los graves concluidos por las cadencias en ligados de rigor, que se repetirán periódicamente como leitmotiv. En este marco tradicional, el guitarrista va insertando amplios desarrollos armónicos en arpegios cristalinos, magníficos trémolos erizados por saltos de intervalo incesantes (pasos muy rápidos de la tercera a la primera cuerda), taladrados por súbitos relampagueos ascendentes en picado puntuados por silencios dolorosos y frágiles escapadas melódicas al extremo agudo, sin lograr nunca liberarse por completo de angustiosas suspensiones armónicas que las retienen. Estas dos piezas apuntaban a una de las principales referencias estilísticas de Joselito Acedo, Rafael Riqueni, perceptible tanto por su gusto por la pureza como por su sensibilidad y, a menudo, por el ascetismo a flor de piel de la interpretación. Nos impresionó la arriesgada decisión de abrir el programa con estos dos palos ad lib, poco espectaculares o seductores de entrada, que exigen una gran concentración de escucha y de interpretación - la mirada del guitarrista fija en algún punto distante al fondo del patio, como acechando la medida exacta de un silencio, un matiz sutil del ataque o la extinción de un armónico, mostraba elocuentemente la intensidad de su escucha interior.
La hermosa soleá a guitarra sola que separaba las dos partes en quinteto estaba dedicada precisamente a Rafael Riqueni, y sin duda a través de él al Niño Ricardo, uno de los maestros de cuya escuela se declaran abiertamente seguidores los dos guitarristas. Comparar los toques por soleá de Joselito Acedo que escuchamos en Toulouse en abril de 2019, luego en Nîmes en enero de 2020 y finalmente en este recital permite apreciar una evolución de su estilo solista hacia un toque cada vez más elíptico y minimalista, como si tratara de llegar a la esencia musical y expresiva irreductible de cada palo a través de una disección al escalpelo de su historia más antigua (ritornelos melódicos y cadencias tradicionales), confrontada con su lectura más contemporánea (análisis rítmico "por dentro" y armonizaciones). Los rasgos vernáculos, especialmente (pero no exclusivamente) en el caso de los arpegios, nunca se llevan a su término. Emergen del silencio y desaparecen bruscamente, o se desvían por sorpresa en una breve escapada hacia el jazz modal, pero sin que nunca se pierda la continuidad del tema, del paisaje musical, estamos tentados de escribir – a la manera de paisajes de Caspar David Friedrich en los que siluetas de árboles desnudos o cumbres de montañas perforan cielos brumosos.
Joselito Acedo o el Dr. Jekyll y Mr. Hyde... con sus avalanchas rítmicas, los palos interpretados en quinteto con Ismael de la Rosa (cante), Paco Vega (percusión) y Manuel y Juan Diego Valencia (palmas) son tan extrovertidos como introspectivos los solos. En los primeros (bulería por soleá, dos tangos, dos bulerías y zapateado), las expresiones recurrentes del guitarrista eran todo un muestrario de sonrisas, ya cómplices, ya bromistas o simplemente satisfechas, con las que celebraba con naturalidad el éxito de un rasgo de ingenio armónico o, sobre todo, rítmico ("Una falseta es un chiste", decía Paco de Lucía), y aún más la precisión con que sus compañeros le respondían instantáneamente : el percusionista y los dos palmeros le proporcionaban réplicas rítmicas asombrosas por su variedad y su eficacia.
Un tono sinceramente festivo, por tanto, que disimula la complejidad y la habilidad que encierran unas composiciones de escritura puntillista, que comienzan con frecuencia con la exposición de breves células melódicas colocadas en el ciclo del compás de manera variable, en registros contrastados, rápidamente abortadas y delimitadas por silencios impromptu. Gradualmente, igual que, al contemplar una pintura, se distinguen al retroceder no ya puntos, sino formas, el oyente percibe, memorizándolas inconscientemente, no células dispares, sino el diseño de un tema a gran escala. Es decir, Joselito Acedo trata su material temático conforme a la forma sonata (trabajo temático “por lo flamenco", naturalmente) : extrae de ella motivos secundarios que repite primero para suscitar expectativas, y después modifica imperceptiblemente para burlarlas y generar así tensiones emocionales. En vista de su gusto por lo depurado, por un lado, y de la riqueza de sus armonizaciones, por otro lado, nos arriesgaríamos a definir su estilo como el de un Diego del Gastor o un Melchor de Marchena (o el del Paco de Lucía de "Cepa andaluza" y "Almoraima" en la primera bulería) que hubiera escuchado a Claude Debussy y Bill Evans. La bulería por soleá fue como la demostración al modo de las muñecas rusas, pues se basaba en el estilo de Manuel Parrilla, gran adepto también de este tipo de construcción embaucadora (remate en el interior del remate, enlace con una falseta donde esperábamos un cierre, etc. – lo que apreciarán los especialistas), en particular en este mismo palo.
Para este tipo de construcción no sirven los cantes tradicionales con función de interludio. Por eso Ismael de la Rosa canta melodías originales que también avanzan por detalles sucesivos : inicios mezza voce seguidos de desarrollos acumulativos cada vez más sinuosos y potentes, a la manera de Camarón pero con un metal y unos diseños melódicos que son de su exclusiva propiedad. Los acompañamientos de Joselito Acedo sacan partido de su registro altísimo oponiéndole en contraste ostinatos de arpegios en los graves (segunda bulería), o envolviéndolo en tramas móviles a lo largo del mástil (zapateado). A menudo, para el fraseo, el dúo cantaor/guitarra se sirve también de la tensión entre opuestos : fluidez de la voz / acordes en staccato de la guitarra (tangos). Por ello, la repetición de dos palos (tango y bulería) no dio la impresión de “ya oído”, especialmente porque las composiciones variaban hábilmente los tempos (rápido y luego medio en ambos tangos) y los modos (por medio y luego modo flamenco en Mib en ambas bulerías).
En nuestra entrevista en Toulouse, Joselito Acedo nos comunicó su intención de incluir al menos una pieza para guitarra y cuarteto de cuerda en su segundo álbum. Nos ofreció las primicias en este concierto, con la taranta y el zapateado. La primera composición se dividía en dos partes, la primera para guitarra solista y la segunda para cuarteto acompañado en arpegios por la guitarra. La calidad de la escritura de la parte para cuarteto (Joan Albert Amargós) y de su interpretación por las artistas del Flamenco String Cuarteto nos dejaron con ganas de escucharlas más tiempo, sobre todo porque su breve intervención en la coda del zapateado se limitaba a una función decorativa muy por debajo de su talento. En el futuro, el guitarrista podría hallar ahí material para enriquecer su repertorio y sobre todo para trabajar en composiciones concertantes de mayor continuidad.
Claude Worms
Tarducción : Jesús Iglesias
Fotos : Archivo Fotográfico Bienal de Flamenco / Claudia Ruiz Caro
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