dimanche 2 décembre 2018 par Mario Herrero
"Canción Andaluza" : José María Bandera y Amir John Addad "El Amir" (guitarra), Josemi Garzón (contrabajo), Israel Katumba (percusión), Eva Durán (cante) - Café Berlin, Madrid, 30 de noviembre de 2018.
En el año 2014 fallece repentinamente Paco de Lucía, el genio, el maestro, el mejor y más grande guitarrista flamenco de todos los tiempos, dejándonos al resto perplejos y confusos, con una sensación de vacío y de sorpresa amarga inexplicable. “Ahora qué”. Desapareció el guitarrista definitivo, imbatible a la técnica, a la composición, la musicalidad y la armonía, que llevó a la guitarra flamenca por sendas que hasta entonces ni hubiera soñado con recorrer. En las últimas décadas, cada nuevo disco de Paco de Lucía suponía un cambio de estilo en la interpretación de la guitarra flamenca. No grababa si no aportaba algo nuevo sobre lo que ya había. En sus conciertos ofrecía improvisación jazzística, armonía moderna, rítmica compleja, todo lo que contiene la guitarra flamenca actual gracias en gran parte a poder atravesar todas esas puertas cerradas que él se empeñó en abrir tan genial y tozudamente.
Sin embargo, él era flamenco. Nunca dejó de sonar a flamenco. Y era un enamorado de la copla y de la canción española. O, dicho de otra manera, de la “Canción Andaluza”, que es como tituló a su último disco. Canción Andaluza salió a la luz poco después de la muerte del genio de Algeciras y supuso otro cambio, otra aportación, un nuevo y ultimísimo giro a la concepción de la guitarra flamenca. Pero esta vez era una mirada hacia atrás, hacia la niñez, hacia la esencia. Paco culmina todo su largo viaje llegando de nuevo al destino primigenio. Volviendo a casa. Las armonías, la improvisación, las voces de guitarra, el jazz… todo su bagaje guitarristíco al servicio de la canción andaluza. La guitarra que vuelve a sonar a guitarra, a madera, a mar, a nostalgia, a suspiro, a canción, a retorno.
Foto : Francis Giacobetti
Hace aparición en el escenario José María Bandera, sobrino de Paco, con quien compartió escenario durante años, heredero del genio y responsable de la recuperación y de la salida a los escenarios de este último disco. Comienza por granaína y demuestra en pocos minutos que es un gran merecedor de tan pesada responsabilidad y de tan pesado proyecto. Carga con esta responsabilidad dignamente, con musicalidad y con maestría, con limpieza y presencia, solemne.
Después es el turno del guitarrista alemán de origen palestino Amir John Haddad, “El Amir” ; el flamenco y rockero, guitarrista y laudista, el ecléctico, trabajador sonriente e incansable, guitarrista amplio y virtuoso, experimentador de timbres y armonías, perfecta segunda espada para defender a dúo la canción andaluza. Con una pieza libre, repleta de timbres y sonoridades de ese oriente próximo que a los flamencos nos está tan próximo, rápidamente nos hace ver también que es el fichaje idóneo para este proyecto.
Foto : Zoomusic
Seguidamente las guitarras comienzan a cantar. Van bien acompañadas. Por un lado, por la percusión sutil y acolchadora de Israel Katumba, siempre pendiente de hacer de aquello una canción, una danza y un disfrute. Por otro lado, por el contrabajo de Josemi Garzón, amplio y ambicioso en conocimientos, probador de sonidos y de cortes rítimicos, que deja sentados los cimientos perfectos para que pueda construirse bien una noche de flamenco-jazz (y copla, y canción andaluza, y buena música en general). Las guitarras cantan “Ojos verdes”, y digo cantan porque es exactamente lo que Paco buscaba con la guitarra, cantar como la voz, y más en este último disco, las guitarras cantan exactamente lo que hacen las melodías de las voces, fieles a la canción punto por punto. Las guitarras de Paco son fieles a las canciones y las guitarras de José María Bandera y El Amir son fieles al disco de Paco, evocando sus mismas melodías y matices. Y es difícil, porque en “Canción Andaluza” cada guitarra está puesta ahí por algo, no es simplemente acompañamiento rítmico, son voces entre guitarras, una guitarra hace una melodía y la otra hace otra, una da una propuesta y la otra le responde, cada espacio vacío que deja una, lo rellena la otra, el disco está lleno de detallitos necesarios, como en el clásico, dos notas que están en el compás catorce, por ejemplo, pero que están ahí por algo, que si te las saltas, no es lo mismo. Pues así con las dos guitarras flamencas. En el disco original, el mismo Paco graba todas las guitarras, además de mandola, mandolina, laúd árabe y guitarro. Ahí es na. En el escenario, El Amir desenfunda de vez en cuando el bouzouki, un laúd griego con el que evoca todas estas sonoridades mediterráneas en las que él es especialista. Sonríe y toca como si todo fuera fácil. Y las cuerdas de José María y de El Amir siguen cantando. Cantan “Romance de Valentía”, cantan “La Chiquita Piconera”, cantan “Suspiros de España” (esta última no aparece en el disco de Paco, por lo que probablemente sea obra de Bandera y de El Amir). Las guitarras cantan y dialogan en “María de la O”, y sorprende la improvisación, el dominio de ambos del fraseo, del lenguaje jazzístico combinado con el lenguaje flamenco, el acompañamiento y la búsqueda de sonidos, el concierto es un constante encuentro de voces y timbres, de melodías y de caídas contrapuntísticas o simultáneas, de detallitos, de perlas. Y luego están los picados vertiginosos, y están cuando tienen que estar, en favor de la obra, en favor de la belleza de sonido y de la reivindicación de la guitarra, de la guitarra andaluza que viene con el soplo de la brisa del mar, la guitarra (en palabras de Lorca) “hecha de madera de barca griega y crines de mula africana”, la guitarra que ha vuelto para quedarse, que nunca se ha ido.
La segunda parte del concierto comienza con un grandioso (y a la vez gozador, y juguetón) solo de bajo de Josemi Garzón acompañado por Israel Katumba, el solo de bajo más aplaudido y jaleado por el público que he visto nunca. Después de esto los instrumentos, que llevan largo rato cantando, deciden que es hora de que también cante una voz humana, la guitarra es amiga de la voz, Paco adoraba la voz, el cante. En esta ocasión es Eva Durán quien nos deleita con su voz cálida, envolvente, flamenca, canta (todos cantan) “Te he de querer mientras viva”, “Zambra Gitana”, y canta “Señorita”, donde la percusión, la guitarra e incluso el bouzouki (diría que especialmente el bouzouki) unen sus fuerzas para crear una atmósfera caribeña que Eva remata por guajiras y que evoca a esos ritmos centroamericanos que Paco tanto amaba.
Foto : Paco Manzano
En el bis, “Ziryab”, Bandera y El Amir ponen una vez más a la guitarra flamenca en la cima recordando este mítico tema de Paco. Eva Durán los secunda por siguiriyas a ritmo de zapateado, dejándoles paso de nuevo en ese último duelo (mejor dicho, alianza) de picados que culmina con un final que tiene ya a todo el público volcado.
Al público volcado con la guitarra. Con las guitarras. “Canción andaluza” es el último homenaje a la guitarra de Paco de Lucía, la guitarra que canta, que se armoniza con otras guitarras, que va a distintas voces con otras guitarras, la guitarra que hace todo lo que el resto de los instrumentos hace habitualmente, y más.
Por eso es un misterio que un espectáculo como este, el último disco de Paco de Lucía que él no pudo tocar, llevado a la luz por su sobrino, que tantos años tocó con él, elaborado con tanta fidelidad y con un nivel de calidad altísimo, a dúo con un guitarrista poli instrumentista y polifacético como El Amir, con cante, percusión y contrabajo… apenas se esté viendo o se esté programando, y la de Café Berlín sea su primera actuación en Madrid después de un año desde que saliera este espectáculo. Es el gran misterio eterno de la programación de guitarra flamenca. ¿Por qué no se la quiere ? ¿Es que aburre ? “No, es que a la gente no le gusta la guitarra sola”, te dicen. Como si “la gente” fuera una especie de organismo o una entidad propia que no se puede cambiar. Mire usted, “la gente” no es tonta, ni es inflexible. La “gente” no es un muro de piedra. Si a “la gente” se le da la oportunidad de ver un buen espectáculo de guitarra, se le da la oportunidad de disfrutar también nuevas formas musicales. A “la gente” se le puede educar. Programando música que no escuchen siempre. Arriesgando un poquito. ¿Es que les aburre la guitarra ? Pues “la gente” disfrutó con estas dos (enhorabuena a Berlín Café, por cierto, que sí que programa guitarra, cante y baile proporcionadamente. ¿Es que acaso aburre un dúo de guitarras que cantan “Canción Andaluza”, que rememoran al gran genio, que improvisan, que juegan y se divierten y emocionan en el escenario ? ¿Qué pasa con la guitarra ? ¿No es suficiente por sí sola ? En este caso también hay voz, también hay cante. ¿O es que el problema no es sólo la guitarra ? El gran misterio de la programación musical... ¿En qué consiste ? ¿Qué criterios se siguen para elaborar una programación ? ¿Criterios musicales ? ¿No es bastante el homenaje a la guitarra que supone “Canción Andaluza” ? ¿El último disco de Paco de Lucía, que Paco no pudo llegar a tocar ? ¿No fue bastante el esfuerzo de Paco y de otros tantos grandes ? ¿Cuántos Paco de Lucía hacen falta para comprender que la guitarra flamenca es grande por sí sola ? Y aún más si se junta con otras guitarras, si se alía con las voces, si agrupa complejas melodías y elabora obras de concierto. ¿Para cuándo aprovechar por fin que una guitarra es una orquesta entera entre dos manos, que evoca mundos enteros ? “Canción andaluza” es otro gran homenaje a la guitarra. También a la voz, sí, pero especialmente a la guitarra que canta y que vive. Y es un homenaje a Paco. Un verdadero homenaje a Paco (no como todos esos conciertos que ponen “homenaje a Paco de Lucía” y son espectáculos de cante y de baile que no tienen que ver nada con Paco de Lucía). Es importante lo que la puesta en escena de “Canción Andaluza” significa. Y como tal debería ser entendido y difundido y programado. Precisamente porque esta vez no estamos hablando de “la guitarra”. En esta ocasión hablamos, queridos amigos, de La Guitarra.
Mario Herrero
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