jeudi 6 décembre 2018 par Mario Herrero
Amós Lora quinteto : Amós Lora (guitarra), Rafael Jiménez "Rafita" (cante), Gito Maletá (piano), Reiner Elizade "Negrón" (contrabajo), Manu Masaedo (percusión) / Teatro Flamenco Madrid, 3 de diciembre de 2018.
Alojado en el (hasta hace nada) conocido “Teatro Alfil”, el Teatro Flamenco Madrid lleva alrededor de un año deleitándonos con programación flamenca diaria, cante, baile, guitarra, teatro, fusión, todo ello ofrecido en diferentes ciclos y programaciones diversas. Se definen a sí mismos como el “primer teatro flamenco del mundo”. El espectáculo está garantizado.
Acudo intrigado ante tal concepto de teatro flamenco, suena a café cantante, a música y variedades, a jarana glamurosa, a fiesta de la música. Hoy, en el ciclo “los lunes flamencos”, actúa el quinteto de Amós Lora. Flamenco-jazz de la mano de uno de los jóvenes guitarristas más destacados y comentados en los últimos años.
Amós Lora llamó la atención desde muy niño por su virtuosismo y rápidamente se dio a conocer entre los guitarristas, muchos de los cuales le apoyaron y le arroparon desde el principio (“El Entri”, Tomatito… es conocido por todos el comentario que le hizo el propio Paco, “como sigas así, nos vas a llevar a todos a los albañiles”). Comienza a hacer sus primeras actuaciones en público a los cuatro años, y es presentado en Casa Patas a los siete. Saca su primer disco a los doce. “Peligro”. El efecto “niño prodigio” puede desinflarse en cuanto se pasa la barrera de los trece. La pasa. Demuestra tener inquietudes musicales además de unos dedos ágiles, personalidad además de técnica. Se inclina por el jazz, que estudia de manera autodidacta y más tarde con el maestro Félix Santos. Evoluciona. Crece. Es buena esta evolución. Para mí hay dos puntos cronológicos cruciales en la vida de cualquier guitarrista. Saber envejecer (es un arte) y saber definirse cuando eres joven, cuando estás destacando por tocar muy bien, pero tienes que tirar hacia algún lado. Amós Lora destacaba al principio por ser un niño que tocaba increíblemente bien, ahora, por tener una personalidad y un estilo definido, musicalidad, composiciones propias, buen gusto y un avanzado lenguaje de improvisación que aúna las armonías y ritmos flamencos y jazzísticos. Sin duda la evolución es positiva.
Foto : Sara G. Punto
El elegante e íntimo escenario de Teatro Flamenco Madrid va bien con su personalidad y su toque evocador y ecléctico. Comienza él solo, templando los nervios, poniéndose un loop para improvisar, presentando lo que va a ser su toque a lo largo del concierto. Una improvisación sencilla (no creo que lo sea en cuanto armonía y recursos, pero no es recargada, es comunicativa, expresiva) y que dice lo que tiene que decir, tiene un discurso claro, se escucha y se deleita. El quinteto continúa con un fandango de Huelva y con una “rumbossa” (mezcla de rumba y bossa del segundo disco de Amós). El quinteto lo forman “Rafita” al cante, “Negrón” al contrabajo, Gito Maletá al teclado y Manu Masaedo a la percusión además del propio Amós. Me gusta el look que llevan todos ellos, de chavales jóvenes que te podrías encontrar de fiesta perfectamente por la noche, gorras, americanas, pantalones anchos, peinado degradado... y, en fin, esta es una crítica musical, pero quería destacar precisamente eso : que los músicos pueden llevar el look que les dé la gana mientras hagan buena música. Continúa Amós Lora con una soleá por bulería en la que demuestra que ha asimilado bien los diferentes estilos de los que se ha ido empapando a lo largo de los años, una buena mano derecha que combina el rasgueado con el arpegio, y una inteligente y exquisita mano izquierda que armoniza y frasea y lanza escalas y arpegios con conocimiento de causa, se nota más aún en una soleá por bulerías posterior, en la que acompaña a Rafita al cante, los cantes del principio son tradicionales y ahí los flamencos comprendemos mejor lo que ocurre en las armonías y en las posiciones. El toque de Amós es elaborado y cuidado, aunque también mete la mano cuando tiene que meterla, tiene ritmo, es flamenco. Y tiene un picado vertiginoso y potente, del que no abusa, sino que emplea para deslumbrar cuando tiene que hacerlo.
Foto : Ricardo Carrillo
Destacaron en el concierto los diálogos con los otros instrumentistas en piezas a dúo, uno de ellos guitarra-teclado, con un par de introducciones propias y una versión exquisita de “Canción del fuego fatuo”, y el otro guitarra-contrabajo, interpretando “Our spanish love song”, un clásico del jazz con armonías flamencas.
Para terminar, otro clásico, “Zyriab” de Paco de Lucía, que lo tiene todo ; melodía, virtuosismo, diálogo y acompañamiento entre los músicos, soleos, y por supuesto ese último intercambio de golpes, a picados cada vez más cortos y más rápidos, en este caso entre la guitarra de Amós y el piano de Gito Maletá, que permite que el tema culmine apoteósicamente y cierre una noche perfecta en la que destacó la belleza, la musicalidad, la armonía y la conexión entre los músicos.
Mario Herrero
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