David Coria y David Lagos : "¡ Fandango !"

jeudi 30 janvier 2020 par Claude Worms

IVta Bienal de Arte Flamenco, Teatro de Chaillot (París) / 26 y 28 de enero de 2020.

París, Teatro de Chaillot / 26 y 28 de enero de 2020

David Coria y David Lagos : "¡ Fandango !"

Coproducción del Teatro de Chaillot y la Bienal de Flamenco de Sevilla

Coreografía : David Coria

Dirección musical : David Lagos

Concepto musical : "Hodierno", con David Lagos (cante), Alfredo Lagos (guitarra), Juan Manuel Jiménez (saxofones) y Daniel Muñoz "Artomático" (música electrónica y creación sonora)

Baile : David Coria, Paula Cómitre, Marta Gálvez, Florencia Oz y Rafael Ramírez

Luces : Gloria Montesinos

El término "fandango" tiene dos significados distintos aunque asociados. Por un lado, desde el siglo XVI por lo menos, se refiere a una fiesta popular más o menos dionisíaca con todo tipo de bailes - el "fandango de candil" -, en oposición al "sarao", velada de baile más aristocrática. José Luis Navarro García señala que el adjetivo "fandanguero" ya se usaba en Jerez en 1464 para describir a los esclavos - blancos y negros - que organizaban bailes nocturnos que las autoridades religiosas solían condenar por escandalosos y lascivos (NAVARRO GARCÍA, José Luis. De Telethusa a la Macarrona. Bailes andaluces y flamencos. Sevilla, Portada Editorial, 2002). Por otra parte, los aires bailables autóctonos denominados "fandangos", innumerables no solo en Andalucía sino también en la mayoría de las demás regiones de España, están atestiguados en fuentes literarias y partituras (obras para guitarra barroca, zarzuelas barrocas, etc.) desde finales del siglo XVII, y también solían estar considerados como licenciosos. Ya hemos tenido la oportunidad de señalar (cf. "Le 5 de la soleá". Quelques réflexions sur la genèse des compases de 12 temps) la influencia fundamental de estos fandangos folclóricos en la configuración del repertorio flamenco propiamente dicho, no solo en los cantes que se derivan directamente de ellos (fandangos abandolaos, de Huelva, libres, malagueñas, granaínas y cantes mineros), sino también en la constitución de los compases de 12 tiempos, en su mayoría montajes con hemiolas (6/8 y 3/4, o 6/4 y 3/2) de los dos tipos de cuadraturas armónicas y acentuaciones rítmicas de los fandangos convertidos en "flamencos" (abandolaos : 6/4 ; de Huelva : 3/2) - guajiras, soleares y derivados, siguiriyas etc.

Los signos de exclamación que enmarcan el título del espectáculo "¡Fandango !" remiten inequívocamente al primer significado del término. Pero una de sus grandes virtudes coreográficas y musicales es que se desliza constante e imperceptiblemente de un sentido a otro, como atestigua la música de varios cuadros : la música que recibe al público antes incluso de que se levante el telón, que recuerda los fandangos escénicos del siglo XVIII ; el deslizamiento del fandango a las soleares de Triana (dos cantos de antología de David Lagos) ; el dúo entre la percusión de Daniel Muñoz "Artomático" (cuyas doctas variaciones sobre la hemiola dan una prueba elocuente de su formación como batería) y el grupo de los cinco bailaores, con castañuelas "electrónicas" y zapateados alternativamente telúricos a la manera de los bailes rústicos o estilizados con movimientos de brazos sincronizados y "bien parados" (escuela bolera) ; después de la liviana y la siguiriya de Diego el Lebrijano, la suite de fandangos "por siguiriya" cantados por David Lagos y bailados en solitario por David Coria (uno de los cuales es una de las dos composiciones del Gloria, con la segunda apareciendo como un eco al final del espectáculo en una serie de fandangos "libres" a cappella que acompañan la salida del bailaor por la escalera de la sala), que incluye un cante de Alosno acompañado al ritmo del fandango de Huelva, antes de volver al compás de siguiriya, sin que sea posible percibir el más mínimo hiato entre un ritmo y otro y ni siquiera comprender cómo han logrado los músicos este truco de prestidigitación.

La invariante del fandango y sus múltiples ropajes encuentra su réplica escenográfica en el polisémico círculo rojo que ocupa el centro del escenario durante casi todo el espectáculo. Según el contexto, podemos ver en él el ruedo de la tauromaquia, una era de trilla, el espacio de las buenas costumbres amenazado constantemente por las transgresiones "fandangueras", el espacio de la vida cotidiana de la gente de la calle, de sus miserias y sus efusiones festivas, bordeado por la muerte. El baile de David Coria o alguno de sus compañeros en el círculo, mientras recorren lentamente la circunferencia las siluetas grisáceas de los otros bailaores remite a estos últimos usos metafóricos, tanto más cuanto que varias escenas aluden a contextos históricos y/o religiosos, también denunciados cáusticamente : el himno español actual, desgraciadamente heredado de la época de Franco, apuntado por todos los bailarines y acompañado por el saludo falangista, sumergido gradualmente por las violentas oleadas de la música electrónica y finalmente combatido por los puños levantados ; los pañuelos blancos de la corrida convertidos en velos de viudas o plañideras ; personajes golpeándose como flagelantes ; manos que simulan la oración, el llanto y la liberación ; una bailaora en bata de cola, bajo la que se esconde otra bailaora que, tendida en el suelo, hace avanzar con los pies, lo único visible, un simulacro de virgen de procesión de Semana Santa ; en el mismo cuadro, una marcha procesional cada vez más estridente subvertida por el saxofón de Juan Manuel Jiménez a la manera de Albert Ayler, etc.

Sin embargo, nada lastra este espectáculo, porque los dos autores de su concepción han tenido mucho cuidado de no subrayar en exceso sus aspectos iconoclastas y de no olvidar que se trata sobre todo de música y baile. Ya hemos escrito en dos ocasiones el aprecio que nos merece "Hodierno", la primera vez a propósito de la publicación del álbum (Hodierno, el álbum), y psoteriormente con ocasión del reciente concierto programado en el XXX Festival Flamenco de Nîmes (Hodierno, el concierto). No volveremos sobre ello, de manera que remitimos al lector a nuestros dos artículos. "Hodierno" se estrenó en concierto en la última Bienal de Sevilla, y le debemos a Daniela Lazary la feliz idea de proponerle a David Coria que lo coreografiara. Por lo tanto, nos alegramos de encontrarnos de nuevo en "¡Fandango !" con la mayoría de las piezas de esta obra (la síntesis de las malagueñas de Chacón, Gayarrito y el Mellizo a ritmo abandolao ; cantiñas y romera ; liviana y siguiriya ; marianas y tangos ; pregón del miedo), más o menos modificadas, y completadas con otros números (soleares de Triana, fandangos, fandangos por siguiriya) en función de exigencias coreográficas que son las imágenes gestuales exactas de una música flamenca que, como escribimos "cuenta historias y hace historia" - nunca ha sido tan adecuada la expresión "marcar el cante". Juan Manuel Jiménez está más presente ahora que en "Hodierno" : refleja la rudeza gallarda de alguna danza campesina al saxo soprano en dúo con David Coria, o, al saxo tenor y staccato, el jadeo de cuerpos exhaustos ; teje cantinelas falsamente ingenuas y minimalistas a dúo con los arpegios de Alfredo Lagos o las composiciones electrónicas alternativamente cristalinas y tenebrosas de Daniel Muñoz, reforzando también sus bordones in crescendo. David Coria y sus cuatro compañeros (Paula Cómitre, Marta Gálvez, Florencia Oz y Rafael Ramírez) están sobresalientes en la introducción de discretos préstamos de danzas folclóricas, clásica y contemporánea con fines expresivos en el baile, que nunca pierde su ADN, como tampoco edulcoran el cante el saxofón y la música electrónica, que lo magnifican. Así, los pasajes codificados del baile flamenco tradicional, como las escobillas, por más virtuosos que sean nunca son demostrativos o superfluos. Parecen surgir de forma natural de los grupos de músicos y bailaores, que los absorben rápidamente (cf. las siguiriyas o también las alegrías, cuya escobilla y castellana están notablemente acompañadas “a la antigua” por Alfredo Lagos). El círculo es también la matriz de una geometría espacial móvil, que se desplaza a velocidades variables que siguen de cerca los ritmos musicales, a menudo en polifonías visuales (lentitud frente a rapidez) con desfases que generan una especie de calidoscopio viviente de gran fluidez : diagonales, movimientos frontales, deambulaciones circulares, etc. La belleza plástica de los efectos de grupo, por ejemplo las manos enlazadas que giran sobre cuerpos imbricados estrechamente, debe mucho a la oposición entre movimiento e inmovilidad, que es a la danza lo que el silencio es a la música - cf. las diversas configuraciones de enfrentamientos entre grupos y solistas (o pasa a dos), en los que cada uno es a su vez el actor que hace avanzar la acción y el coro que la comenta.

Los efectos de iluminación concebidos por Gloria Montesinos suplen con ventaja a la plétora de accesorios de todo tipo y proyecciones de vídeo tan de moda últimamente. Son a "¡Fandango !" lo mismo que las composiciones electrónicas son a "Hodierno" : discretas pero intensamente presentes, e indispensables. A falta de algo mejor, habíamos intentado describir la música de Daniel Muñoz en términos de dibujos y colores : por su poesía onírica, la escultura luminosa del espacio escénico en gradaciones imperceptibles de marrones dorados, fundidos encadenados o claroscuros grises/negros y sólidas líneas arquitecturales es incomparablemente más elocuente que nuestra reseña del álbum - por ejemplo, la iluminación del grupo de bailarines sobre una mesa, rodeados por los músicos, al modo de Murillo (marianas y tangos).

Si Federico Fellini y Nino Rota hubieran sido flamencos, seguro que habrían creado la puesta en escena y la música de un espectáculo comparable a "¡Fandango !".

Claude Worms

Traducción : Jesús Iglesias

Fotos : Jean-Louis Duzert





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