José María Velázquez-Gaztelu : "De la noche a la mañana"

lundi 9 août 2021 par Claude Worms

José María Velázquez-Gaztelu : De la noche a la mañana, Sevilla, Athenaica Ediciones, 2021. Texto en español, prólogo de Luis Landero — 502 páginas (+ 54 fotos).

"[...] Es difícil escuchar a un torero o alguien del ámbito flamenco que no diga cosas esenciales [...]" - entrevista a Luis Landero por José María Velázquez-Gaztelu (página 388).

Puesto que naturalmente todos los amantes de la música y del flamenco conocen la serie Rito y geografía del cante, no tendremos la desfachatez de presentar a José María Velázquez-Gaztelu, uno de sus tres creadores y directores, junto a Mario Gómez y Pedro Turbica. Sus ciento trece episodios se emitieron por primera vez entre 1971 y 1973 por RTVE. Desde entonces han sido reeditados más o menos íntegramente en DVD, y actualmente están disponibles en línea : Rito y geografía del cante flamenco. Nuestra deuda con José María Velázquez-Gaztelu se acrecentó considerablemente con las dos citas semanales (actualmente martes y jueves) con Nuestro Flamenco, programa que creó en 1984 y que desde entonces prepara y presenta para Radio Clásica — podcasts : Nuestro flamenco . Y esta deuda se ha vuelto impagable con la publicación de De la noche a la mañana, uno de los mayores libros sobre el flamenco de las últimas décadas y que se ha convertido en una de las tres obras generales fundamentales sobre el tema, junto con Una historia del flamenco, de José Manuel Gamboa (Madrid, Espasa Calpe, 2005) y la web Flamencopolis, de Faustino Nuñez.

Son innumerables sus conferencias, textos para discos, introducciones para programas de espectáculos, prólogos de libros y críticas — para Diario 16, La Calle, El País Semanal, La Nueva Alboreá, La Caña, Mercurio, El Europeo, Zumba, Cuadernos Hispanoamericanos, etc., y sobre todo, desde 2008, para El Cultural. No obstante, este medio siglo de defensa e ilustración del flamenco no debe hacernos olvidar la obra poética de José María Velázquez-Gaztelu, reunida en cuatro colecciones publicadas entre 1967 y 2016 : La ceniza (1967), Ritos (1971), Los límites del desierto (1998) y Viajes de la eternidad (2016), que recibió el premio Fray Luis de León. El libro incluye también cuatro hermosos poemas : "Solo de guitarra" (inédito, dedicado a Juan Habichuela, 2009), "Retrato de un artista flamenco de mi generación" (dedicado a José Menese, de Los límites del desierto), "Israel Galván baila en la cuerva eterna" (dedicado a Patrick Bellito, de Viajes de la eternidad) y "Paso a dos" (dedicado a Olga Pericet y Marco Flores, de Viajes de la eternidad).

Así pues, De la noche a la mañana no es una mera colección de entrevistas y artículos firmados por un testigo privilegiado, sabio y atento, sino el libro de un verdadero escritor : la historia de medio siglo de flamenco (de 1972 a 2019) contada por quienes la hicieron, su autor entre ellos. Se lee tan gratamente como una novela llena de peripecias y escrita con un estilo que progresa con toques sutiles, huye de la hipérbole y mima la precisión del vocabulario y la del ritmo de la frase, no sin rasgos de un cierto humor gaditano-británico. Los numerosos retratos de artistas que nos ofrece José María Velázquez-Gaztelu son todos ellos breves poemas en prosa que nos presentan y a menudo nos hacen oír la singular

personalidad de cada uno. Las breves líneas que dedica a artistas más o menos desconocidos o infravalorados proporcionan al lector una primera impresión, por ejemplo de Luis Caballero, Platerito de Alcalá, Perrate de Utrera, Tomás Pavón, Juan Mojama, El Bizco Amate o Gabriel Macandé (véase "La fiesta de las tinieblas", páginas 245-252).

El título de este artículo retoma el del libro, que hace referencia también a aquellas fiestas íntimas que empezaban al anochecer y terminaban por la mañana (del día siguiente o del otro...), por las que el autor se adentró en el flamenco. Queremos señalar que el autor comparte las experiencias existenciales de los jóvenes intelectuales flamencos de su generación (José Blas Vega, José María Caballero Bonald, etc.), que continuaron a su manera la labor de "rehabilitación" emprendida por Antonio Mairena a finales de los años cincuenta. Les debemos el descubrimiento de venerables músicos antes ignorados, como Juan Talega, Joselero, la Piriñaca, el Borrico, Diego del Gastor, etc. Aun abrigando (como nosotros) una comprensible nostalgia de aquella época y de los festivales de los años sesenta y setenta, José María Velázquez-Gaztelu debe a su vasta cultura, a su insaciable curiosidad y a su amplitud de miras no haber caído en un conservadurismo y un dogmatismo estériles. Los comparta o no, dedica el mismo interés a puntos de vista aparentemente tan opuestos como los de un Antonio Mairena y un Niño de Elche, y trata con el mismo respeto sus obras, de las que a menudo revela ciertas continuidades subterráneas.

Equipado con este instrumental y merced a una preparación que intuimos minuciosa, el autor acredita ser un maestro consumado de la entrevista hermenéutica. El libro está repleto de reflexiones de los artistas que no hemos leído en ningún otro sitio, especialmente porque con muchas de las personas con las que dialoga, el autor ha trenzado a lo largo de los años una amistad basada en la confianza y la estima mutuas. Cabe suponer que, gracias a la agudeza de las preguntas de José María Velázquez-Gaztelu, muchos de los artistas habrán descubierto o cuando menos habrán explicitado con claridad algunos aspectos de su obra de los que antes no eran plenamente conscientes. Estas entrevistas están agrupadas en cuatro secciones, clasificadas por disciplina : guitarristas (páginas 29-82), cantaores/as (páginas 85-241), teóricos (páginas 359-391) y bailaores/as (páginas 395-501). Hemos aprendido mucho de su lectura comparada : cómo

los terribles años de la posguerra afectaron a las carreras de los artistas ; las vías de aprendizaje y el trabajo diario ; el buen uso de la técnica, que solo es útil si se la domina hasta convertirla en una segunda naturaleza, que se olvida durante la actuación, para concentrarse mejor en la expresión (para lo cual es indispensable una rigurosa adecuación de la forma a los afectos) y que nunca debe ser un pretexto para alardes exhibicionistas ; la conciencia profesional tal y como la conciben los artistas flamencos ; la angustia solitaria antes de salir a escena y los momentos de verdad ante el público ; los raros instantes de plenitud en los que todo lo que demanda la inspiración resulta posible (¿ el duende ?) ; el proceso creativo, que solo puede ser sincero si se basa en un conocimiento profundo del flamenco en todas sus dimensiones históricas y solo será fértil con el estímulo de otros lenguajes musicales, otros estilos de baile, la literatura, las artes plásticas, el cine, etc. ; la necesaria evolución del flamenco y su conflictiva relación con el necesario anclaje en la tradición. Tanto si el lector es artista como espectador, le recomendamos que medite sobre las palabras de Paco de Lucía, Melchor de Marchena, Luis Maravilla, Juan Habichuela, Manuel Morao, Manolo Caracol, Camarón, Enrique Morente, Antonio Mairena, el Lebrijano, Fosforito, Carmen Linares, José Mercé, Miguel Poveda, el Borrico, Rocío Márquez, Arcángel, José Menese, Luis Rosales, José Manuel Caballero Bonald, Luis Landero, Mario Maya, Pilar López, Antonio Gades, el Güito, Eva Yerbabuena,

María Pagés, Israel Galván, Blanca del Rey, Marco Flores, Rocío Molina, Manuel Liñán, Sara Baras, Andrés Marín, Isabel Bayón y Olga Pericet (por orden de aparición en escena). Sin duda nos olvidamos de muchos más, sobre todo por la abundancia de reflexiones breves que valen por todo un tratado. De entre los centenares de ejemplos, nos contentaremos con cuatro referentes al baile : "El zapateado ha pasado de ser la continuación de un sentimiento a conventirse en un exhibicionismo, en un percusionismo desaforado. Y el zapateado no es esto, ni mucho menos. A la tierra no se le aplasta, no se le pisa ; a la tierra se le acaricia. Pisoteándola no da trigo ni sonidos." (Antonio Gades, página 420) / "[...] Lo que yo hago es bailar el cante. Ahí está el secreto. Y lo bailo marcando los pasos correspondientes, ajustándome a la letra, aunque sin molestar al cantaor. Nunca paseo, solo bailo." (El Güito, página 426) / "Mi movimiento, y más en el baile de mujer, es curvo porque la línea perfecta no existe. La curva es el verdadero movimiento." (María Pagés, página 438) / "[...] Lo que tengo en ese momento, lo doy y desaparezco. Hay situaciones en que desaparezco y cuando tú desapareces ese todo te envuelve." (Olga Pericet, página 500).

Como bien señala Luis Landero en su prólogo, José María Velázquez-Gaztelu consigue conciliar escritura y oralidad con una rara fluidez. Sus transcripciones eliminan las redundancias, las vacilaciones propias de la entrevista, pero reproducen con tino el ritmo de la lengua hablada, las peculiaridades lingüísticas del andaluz (o más bien de los andaluces) e incluso la singularidad de la expresión de cada uno de sus interlocutores — lo que, por otra parte, hará especialmente ardua la labor de traducción. La calidad de su escritura le permite presentar parte de las entrevistas, fuera del formato clásico de preguntas y respuestas, como textos polifónicos escritos sin discontinuidad, alternando las observaciones propias con breves citas de sus invitados.

"No se trata solo de dibujar el perfil más o menos exacto de una figura representativa, sino que el hacerlo implica también la descripción del contexto en el que se mueve. Y esto

lo considero fundamental, ya que al profundizar en las circonstancias que rodean a dicha figura, podemos conocerla con detalle y focalizarla con más exactitud" (página 256). Por lo tanto, el escritor-cronista empático debe ser también historiador, sociólogo y antropólogo. José María Velázquez-Gaztelu naturalmente aplica este método a sus entrevistas, pero también a las evocaciones de ambientes y lugares flamencos recogidas en los capítulos tercero y cuarto (páginas 245-291 y 295-355). Medio siglo después, las páginas que dedica al desmantelamiento de los barrios gitanos, la dispersión de las familias y la consiguiente pérdida de los modos de vida tradicionales y ruptura de las cadenas de transmisión oral resultan especialmente llamativas y clarividentes : Madrid, Torregrosa y Caño Roto —1978 (páginas 295-302) ; Jerez, Santiago y San Miguel — 1979 (páginas 311-314) ; barrios gitanos de Barcelona, Granada, Madrid, Jerez, Lebrija, Sevilla y Guadix — 1989 (páginas 322-333) ; Jerez, Santiago y San Miguel, con la visita a la pescadería de Joaquín el Zambo y a la barbería democrática de Pepe Castaño — 2005 (páginas 338-355). No falta tampoco el delicioso elogio de la afición cosmopolita, habitual de la finca El Espartero de Donn E. Pohren y ferviente admiradora de Diego del Gastor, Joselero, Juan Talega, etc., que encantará a todos los amantes del flamenco de nuestra generación (página 269-274).

"Elegancia espontánea, de categoría innata [...]". Habiendo tenido el privilegio de tratar con regularidad a José María Velázquez-Gaztelu en Nîmes, Jerez o Sevilla, podemos dar fe de que este retrato de Francisco Moreno Galván (página 253) le resulta perfectamente adecuado. Parafraseando a Diego Carrasco, para el flamenco (pero no solo para el flamenco), don José María es una voz de referencia.

Claude Worms

Traducción : Jesús Iglesias





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