lundi 15 mars 2021 par Claude Worms
Alfredo Tejada : "Identidad" – CD, autoproducción, 2021.
En su tercer opus discográfico, Alfredo Tejada vuelve al repertorio tradicional que ya había ilustrado magníficamente ante el público en su primer disco ("Directo", CD Ambar AMB-15010, 2015) : de ahí su título, "Identidad". Procede incluir a Enrique Morente en la gran tradición del cante (algo que ya no se discute), y considerar que un cantaor solo es verdaderamente tradicional cuando logra crear lecturas originales de composiciones no obstante repetidas una y otra vez por varias generaciones de artistas ; Alfredo Tejada destaca en este respecto. Hay que subrayar antes de nada que le asisten de manera notable varios guitarristas elegidos no por motivos publicitarios, sino por su variedad de estilos y su adecuación al de cada una de las piezas.
No se encontrará el menor fallo en el programa (aunque es nutrido), que comienza y concluye con dos series de bulerías, muy diferentes de espíritu y ejecución. La primera es resueltamente gaditana, y alterna dos canciones con el cante emblemático del género, "Según me ha dicho mi primo... Con el caray, y caray...". La explosiva interpretación y asimismo la selección de los cuplés nos evocan inmediatamente a Chano Lobato : "Noche de Ronda" (Agustín Lara), popularizada por Nat King Cole ; "Salero de España" (reducido a su estribillo : López-Quiroga, Quintero y León), uno de los pilares del repertorio de Concha Piquer y de Imperio de Triana. Se añaden al estilo de Chano Lobato los famosos trabalenguas de Antonio "el Chaqueta", que Alfredo Tejada reinterpreta a su manera al final del segundo cuplé y, sobre todo, en la repetición en cadena de "¡con el caray !", que da pie a una deslumbrante demostración de fraseos a contratiempo. Tanto en sus falsetas como en su acompañamiento, Antonio de la Luz opta juiciosamente por inspirarse en Moraíto. La segunda, cantada a capella con el solo apoyo de las palmas, empalma unos cuantos clásicos : tras un temple al modo de la Paquera de Jerez, dos bulerías cortas jerezanas, el cante de Antonia Pozo ("Hijo Pepe de mi alma...") y dos bulerías de la Perla de Cádiz de swing imparable.
"Fuente del Pisar" se la reparten equitativamente el cantaor y Antonio de la Luz, quien nos agasaja con una larga introducción por rondeña que concluye con una paráfrasis del paseo compuesto por Ramón Montoya, al estilo de Rafael Riqueni tocando a Enrique Morente en sus últimas grabaciones. Sigue una rara taranta atribuida al Tonto de Linares (o El Tonto Carica Dios), de quien no se sabe gran cosa, salvo que, a juzgar por la calidad de su composición, de ninguna manera era un tontaina de músico. Esta taranta es conocida sobre todo por la versión de Pepe Marchena y Ramón Montoya (Columbia, 1946). La versión de Alfredo Tejada es radicalmente diferente, por su tensión y su rechazo de la profusión ornamental. Al ligar los tercios segundo y tercero, y sobre todo el cuarto y el quinto, culminando en un crescendo sobre el quinto grado disminuido (acordes de A7, correspondientes a D7 del modo "por taranta"), condensa el modelo melódico en un bloque compacto de gran intensidad dramática.
Las cuatro soleares de La Serneta ("Alcazaba") confirman esta opción estilística, nueva en la discografía del cantaor. Es sabido que Alfredo Tejada es desde sus comienzos un maestro del fraseo. Ya en "En directo", esculpía el compás desde el interior, con profusión de ayeos intercalados y silencios. Aunque no renuncia en absoluto a su creatividad rítmica, ya no encontramos este procedimiento en el nuevo disco. Lo sustituye por una profundización de la amplitud (incursiones en el registro grave, de nuevo a la manera de Morente, desde el temple), y sobre todo los ligados de tercios en un jipío, dinamizados por la precisión de las messa di voce y los acentos – un arte de la paráfrasis melódico-rítmica propio de la "Casa de los Pavón" (Pastora y Tomás). Tras un primer estándar ("Fui piedra y perdi mi centro...") caracterizado por ayes de transición muy cuidados en su perfil melódico, las dos soleares cortas centrales se construyen de idéntica manera : una sola cesura y repetición inmediata de los dos últimos tercios. La construcción del cante de cierre (basado en el modelo melódico de "No me quejo de mi estrella...") es una lección de rigor, al servicio de la expresividad : incipit (primer tercio) interrumpido bruscamente en el tiempo 10, luego tres compases sobre el soplo, en crescendos/decrescendos en cada espacio, tiempo 3/tiempo 12, con finales en transición acentuados en el tiempo 10. Los guitarristas subrayan esta estructura mediante un contraste entre partes solistas (Chaparro de Málaga) en los agudos (bellos arpegios cristalinos en la primera falseta, después del temple) y un acompañamiento en los graves (Antonio de la Luz) reducido a acordes que marcan sistemáticamente los tiempos 3 y 10, y a veces el 6.
Este tipo de trabajo sobre el fraseo como instrumento de decantación melódica lo encontramos de nuevo en los tangos ("A mi estrella") y en los fandangos de Huelva ("Tartessos"). El clásico de Enrique Morente lo amplía un exordio basado en un ostinato de arpegios y coros a media voz procedentes de la "Misa Flamenca" del mismo compositor. Alfredo Tejada lleva entonces a su paroxismo emocional los crescendos a gran escala ya presentes en potencia en las dos partes de la pieza original. Las falsetas (Miguel Ochando y Antonio de la Luz) se enraízan adecuadamente en el toque granaíno. En cambio, en los fandangos de Huelva se juega con el contraste entre una guitarra muy contemporánea (Paco Jarana) y un cante inspirado en dos maestros históricos del género, Antonio Rengel por la amplitud melódica y Manuel Vallejo por la duración del soplo (véase el segundo cante).
"Besana” es una suite de temporeras con cantes de siega, tratada en forma de lied para cante, orquesta y percusión (David Galiano) y guitarra concertante : un cante austero y hierático, una bellísima orquestación de Borja Évora, de inspiración comparable a la de Jesús Bola para "El Cachorro me dijo" de Diego Carrasco (disco "Voz de referencia", Nuevos Medios, 1993) y unos contracantos lapidarios de Rafael Riqueni que harían las delicias de Manolo Sanlúcar. No es concebible un homenaje más hermoso a Manuel Ávila, Miguel Burgos "el Cele", Rogelio de Montefrío, etc. y, a través de ellos, a todos los campesinos andaluces que trabajaban "de sol a sol" para enriquecer a los latifundistas andaluces – desgraciadamente, el imperfecto de indicativo probablemente sea optimista en exceso.
Paco Vidal no comete el error de confundir jaleos y bulerías. Tanto en sus falsetas como en su acompañamiento, se ciñe a una escansión binaria firmemente anclada en los tiempos de un compás de 3/4 (acentuación en el último tiempo) que nos recuerda que los jaleos no están tan alejados de los verdiales como cabría pensar. El cante obsesivo de Alfredo Tejada, sobre un texto que homenajea a varias figuras flamencas sevillanas ("El Duende de Sevilla") nos retrotrae a los antiguos jaleos populares de finales del siglo XIX más que al repertorio extremeño. Miguel Ochando y Antonio de la Luz muestran el mismo respeto por el ADN de los palos en la caña ("Aquel que quiera saber"). Tocan constantemente a medio compás (en 6 tiempos), y no en los 12 tiempos que tienden a anexionar la caña a la soleá, ofreciendo un magnífico acompañamiento. En un tempo rápido (Enrique Morente...) y con los ayeos canónicos encomendados al coro, Alfredo Tejada inicia cada periodo con un portamento sforzando ascendente que actúa como núcleo energético que irradia todo el arco melódico. Su realización del "macho" codificado por el dúo Rafael Romero/Perico "el del Lunar", con su arriesgado desarrollo en un jipío que recae sobre el segundo grado (acorde de F), es un modelo de inteligencia musical – y la soleá apolá de cierre (Silverio Franconetti vía Pepe de la Matrona : "Ni Vera Cruz es Vera Cruz...") se mantiene a la altura.
Con Chaparro de Málaga
La suite de cantiñas ("Maestranza") es un viaje en el tiempo por la historia del palo : cantiña de Utrera, posiblemente de Bastián Bacán, como introducción (cf. Inés Bacán, disco "Pasión", Muxxic, 2003), seguida de dos cantes de Pastora Pavón "Niña de los Peines" ("Que pintan a lo divino. ." ; "Dile si la ves pasar...") y concluye con dos composiciones de Enrique Morente ("La tarde que mataron al Espartero...", sobre un texto de José Bergamín, y el modelo melódico de "A pintar esa rosa..." para coronar el conjunto con arte). Tras la cantiña introductoria, el temple anunciaba ya este homenaje a Morente. Los temples de Alfredo Tejada suelen valer tanto como cantes completos (cf. las soleares y las siguiriyas). Miguel Ochando y Antonio de la Luz apuestan resueltamente por la actualización de los clásicos del género : variaciones sobre el motivo de la escobilla y breves detalles "a cuerda pelá" (picado y pulgar) que nos llevan de lleno a la época dichosa de Luis Molina, Manolo de Badajoz o el muy desatendido Antonio Moreno (todos ellos, precisamente, acompañaron a Pastora). La sucesión sin pausa de cantes e interludios de guitarra da la sensación de una carrera hacia el abismo, hasta perder el aliento – si no el del cantaor, al que se le nota a gusto, al menos el nuestro, simples oyentes.
"Rincón de los cabales" es un tríptico siguiriyero : Cádiz (Juan Feria / Jerez (recreación de Antonio Mairena de un cante de Joaquín La Cherna) / Los Puertos (cambio de Curro Dulce). Una interpretación "cabal", en efecto, tanto del guitarrista como del cantaor. Chaparro de Málaga le pone todo el peso del toque jerezano : versión personal de “las campanas” de Javier Molina en la introducción y falsetas al estilo de Manuel Morao, sin olvidar los remates torrenciales en alzapúa a la antigua usanza (técnica P / i / P). Los afortunados propietarios de "En directo" saben que Alfredo Tejada por siguiriya juega en casa. Esta nueva suite supera incluso a la precedente por su sobriedad y su entrega expresiva. El segundo cante es un excelente ejemplo de las virtudes de la transmisión oral (que incluye el estudio de las grabaciones antiguas) cuando la ponen en práctica músicos sobresalientes : Alfredo Tejada lleva las inflexiones modulantes, en germen en la versión de Mairena, a su plena lógica musical : suspensión melódica en el sexto grado (acorde de F) al final del primer ¡ay ! y después en el cuarto grado (acorde de Dm, relativo de F) al comienzo del segundo tercio ("La muerte amarga...") - preciosa lección de composición flamenca.
La abundancia de referencias de nuestra reseña no implica que "Identidad" sea una colección de detalles "a la manera de". La identidad flamenca de Alfredo Tejada se compone ciertamente de muchas influencias, más o menos conscientes, pero se funden en una forma coherente e irreductiblemente singular, inmediatamente identificable. El disco es imprescindible, y les aconsejamos que se lo procuren en formato CD, ya que la compresión en Mp3 no hace plena justicia ni a la dinámica vocal y la plenitud del cantaor, ni a los timbres tan diferentes de las guitarras. Alfredo Tejada presentará su disco en concierto el 12 de mayo, en el marco del Festival Flamenco de Jerez (18:30 horas, Sala Compañía). Si tiene usted la suerte de poder viajar, no se pierda el recital.
Claude Worms
Traducción al español : Jesús Iglesias
Galería sonora
"Besana" : Alfredo Tejada (cante) / Rafael Riqueni (guitarra) / David Galliano (percusión) / Borja Évora (orquestación)
"Rincón de los Cabales" : Alfredo Tejada (cante) / Chaparro de Málaga (guitarra)
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