vendredi 21 septembre 2018 par Mario Herrero
Mujer Klórica : "Los bienes de la tierra" - CD Mujer Klórica, septiembre 2018.
Foto : Mariano Vargas
Me siento a darle a la tecla una vez más con la intención de reseñar por primera vez un disco de flamenco en lugar de la escucha de un directo. Esto supone un reto diferente porque el directo siempre lo marca la emoción que se genere en ese momento, si se ha tocado bien o mal, y puede verse y analizarse todo mejor (y de hecho pueden verse las manitas del guitarrista, que eso siempre ayuda). “Los Bienes de la Tierra”, el nuevo disco de Mujer Klórica (dúo formado por Alicia Carrasco y José Manuel León que ya nos deleitó con el disco “Una nueva sociedad” en el año 2014), me lo pone fácil y difícil a la vez a la hora de hacer comentarios.
Fácil, porque siempre es fácil hablar de algo que tiene personalidad, que tiene cosas diferentes. Lo difícil es comentar un disco que está bien hecho pero es igual que todos y no tiene nada nuevo, y entonces no puedes decir más que “tocan muy bien”. Y esto es algo bastante común, porque en una época en la que está todo inventado, sorprender siempre es muy difícil. Y ya no digamos tener algo que emocione o mueva por dentro. De "Los bienes de la tierra" impacta y emociona, en primer lugar, la voz de Alicia Carrasco, rasgada pero contundente, poderosa pero con fondo, una voz que lo mismo rompe que envuelve, que golpea de verdad, por su timbre y su fuerza auténticos, sin aspavientos ni exageraciones. Y no digamos la guitarra de José Manuel León, que es, por cierto, el culpable de que se me ponga difícil el análisis. Porque para entender al cien por cien la complejidad de sus ritmos y de sus armonías se necesita un oído exquisito y educado, se necesita saber todo lo que sabe él, y no creo que ese dominio de las posiciones, las alteraciones y las progresiones de los acordes esté al alcance de cualquiera.
Foto : Miri Páez
De todos modos la música es la música y tiene que seguir siendo música, y a la gente que pueda ponerse a escuchar este disco y emocionarse y disfrutar eso es al fin y al cabo lo que le interesa. Es difícil adivinar de oído con qué alteraciones o transiciones juega José Manuel León en la siguiriya “Los bienes de la tierra II”, pero es fácil sentirse arrastrado por las emociones que deja, de la belleza más bucólica a la tensión más crispante, del paisaje soleado a la plena guerra. Por dónde se irá esa inteligente mano izquierda del guitarrista en las alegrías “Tarifeña” también es difícil de averiguar, pero que te lleva al mar está más claro (precisamente) que el agua. ¿Cómo saber qué progresiones y giros jazzísticos encontramos en el romance y corrío “Trece Rosas” ? Lo único que está claro es que es un homenaje precioso y solemne a las trece jóvenes fusiladas por el régimen franquista en Madrid. La voz de Alicia Carrasco no sólo revindica y despierta al oyente con sus letras, sino que no se queda corta a la hora de compenetrarse, en cuanto a los giros tonales y melódicos de la voz, con los movimientos armónicos de su acompañante, y en la voz es algo más claro y más notorio, los tonos, las melodías, los claroscuros, los desgarros, pero también las luces y los colores nuevos.
Foto : Lucia Eggenhoffer
El disco de "Los bienes de la tierra" constituye sobre todo una continua creación y juego de ambientes y de atmósferas. Letras flamencas tradicionales que se convierten en auténticos temas con sentido de obra gracias a las atmósferas y envoltorios que se van creando, a través de diferentes rítmicas, componentes o maneras de llevar el acompañamiento. Es algo que puede verse, por ejemplo, en los tientos “De Madrugá” y en la siguiriya “Los Bienes de la Tierra II“. A este fenómeno de creación de envolturas y espacios contribuyen indudablemente David León, Paquito González y Ángel Sánchez “Cepillo” a las percusiones, Ruven Ruppik al bajo, Audun Waage a la trompeta (maravillosa en “Trece Rosas”, por cierto) y Michalis Koulomis al violín. Y los ritmos superdotados de José Manuel León, capaz de todo en este terreno, deslumbrante, innovador, tremendo. Destaca además la colaboración de Caroline Planté y su toque labrado y exquisito en la malagueña “La que canta en el café”. Y aportan una nota interesante también la zambra “Soleá de mis pesares” y la soniquetosa y burlona rumba “El tururú”, que transmiten un aire muy fresco y evocador.
En definitiva, cuando se juntan grandes talentos que sienten tanto cariño y entrega por lo que hacen, y no se cierran a nada ni se ponen límites, y su obra tiene un sentido y una causa… surgen bienes de la tierra como los que nos ha brindado y nos seguirá brindando Mujer Klórica por mucho tiempo.
Mario Herrero Monreal
Galería sónora
"Los bienes de la tierra II (seguirilla Tío Mollino)"
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